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Foto del escritorCarlos Renau Merce

CALLE APARISI GUIJARRO

Calle Mendizabal (1938) (1)

Calle Aparisi Guijarro (1940) (2)


(1) El 28 de Junio de 1938 se acordó denominar con este nombre la calle Escuder, pero

el acuerdo tuvo un error: en lugar de Escuder debía decir Mendizabal, error lógico en esos momentos caóticos, por lo que quedó en el olvido.


(2) Denominación acordada en Sesión de 31 de Diciembre de 1940.



 

Antonio Aparisi Guijarro (Valencia, 29 de marzo de 1815-Madrid, 5 de noviembre de 1872) fue un político y periodista tradicionalista español.


Huérfano de padre muy pronto, la familia quedó en suma pobreza, pese a lo cual logró iniciar sus estudios en el Colegio Andresiano de su ciudad natal, aunque con mínimo aprovechamiento al principio, por lo que sus educadores llegaron a dudar de que pudiera continuarlos. Sin embargo, superada pronto aquella crisis escolar cursó Derecho, primero en la Universidad de Valencia y después en la de Madrid hasta su licenciatura, conseguida la cual ejerció como abogado primeramente en su tierra y más tarde en la Corte, donde alcanzó gran fama como jurisconsulto. No obstante, su gran vocación era la política al servicio de unos muy sólidos ideales católicos, que lo llevaron a afiliarse, apenas acabados sus estudios, en el partido tradicionalista, del que años más tarde sería jefe.


En 1843 fundó la revista La Restauración, y en 1855 el periódico El Pensamiento de Valencia. En 1858 conseguía su primer acta de diputado por Valencia, defendiendo en las Cortes el poder temporal de los papas y acreditándose como gran orador. De 1862 a 1872 dirigió[cita requerida] La Regeneración, a través de cuyas páginas, así como desde la tribuna pública, atacó al liberalismo, la democracia y, muy especialmente, el krausismo. El 3 de diciembre de 1860, invitado por Orti y Lara, pronunció un discurso en la Sociedad Literario-Católica La Armonía, que constituyó un grito de combate contra los enemigos de la España tradicional católica y en el que afirmaba: La razón iluminada por la fe se llama Santo Tomás de Aquino; la razón enemiga de la fe se llama Federico Krause. También por estos años colaboró en La Esperanza y La Estrella.


En 1865 es nuevamente elegido diputado por Valencia y Pamplona y al año siguiente la Real Academia Española lo nombraba miembro de número (para la silla g) de la Corporación,​ aunque no llegó a tomar posesión del cargo, pues la revolución de septiembre de 1868 lo obligó a rebasar la frontera francesa, emigrando a París, donde intentó sin éxito la reconciliación del pretendiente don Carlos María de Borbón con Isabel II. Ese mismo año de 1866, también fue elegido para la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.2​ En 1870 asistió a la conferencia del carlismo en Vevey (Suiza) y en aquel mismo año lo recibió Pío IX en audiencia privada. Por iniciativa suya se fundó el Directorio Central del Partido Carlista en París. De regreso en España, la provincia de Guipúzcoa lo eligió senador, cargo en el que le sorprendió la muerte el 5 de noviembre de 1872,3​ mientras se dirigía al Teatro Real en un coche de punto, acompañado por su amigo Gabino Tejado.

Muy influido en su pensamiento por Jaime Balmes y Donoso Cortés, su obra constituye hoy uno de los más sólidos pilares del tradicionalismo, siendo perceptible a su vez su presencia doctrinal en varias de las figuras que le sucedieron en las filas del carlismo, como Enrique Gil Robles, Vázquez de Mella y Víctor Pradera.


Obras:

  • Poesías: Oda al Sol; Oda a la espada de don Jaime el Conquistador. Oda a España y África.

  • Folletos: La cuestión dinástica; El rey de España; La restauración.

  • Drama: Doña Inés de Castro

  • Tragedia: La muerte de Don Fadrique

  • Pensamientos y poesías

  • Discursos parlamentarios

  • Discursos forenses


 

Juan Álvarez Mendizábal. Fue un político y economista español. Proveniente de la burguesía fue proveedor del ejercito de Fernando VII para recuperar las colonias españolas en América y fue uno de los conspiradores que junto al General Riego, obligó al rey a firmar la Constitución de 1812.


Nacio el 25 de febrero de 1790 en Cádiz, España. Hijo de Rafael Álvarez Montañés, comerciante, y de Margarita Méndez, aprendió idiomas modernos y recibió formación comercial en el negocio de su padre. Durante la Guerra de la Independencia, sirvió en el Ejército del Centro y, habiendo sido capturado en dos ocasiones, logró fugarse en ambas.


El 21 de febrero de 1812 se casó con Teresa Alfaro y desde entonces decidió cambiar su segundo apellido, Méndez, por Mendizábal, para ocultar el origen al parecer judío de los Méndez, según la opinión más generalizada, por más que en 1811, siendo Ministro de Hacienda del Ejército del Centro, firmaba ya sus documentos como Mendizábal.


Miembro de la burguesía comercial gaditana, actuó como proveedor del ejército organizado por Fernando VII para recuperar las colonias españolas en América (1820); junto con otros conspiradores, preparó el pronunciamiento de aquel ejército que, encabezado por el general Riego, obligó al rey a aceptar la Constitución de 1812.

No ocupó cargos políticos durante el siguiente Trienio Liberal, pero su significación le obligó a exiliarse cuando los «Cien mil hijos de San Luis» restablecieron en España el absolutismo (1823).


Sus actividades comerciales en Inglaterra le proporcionaron una gran fortuna. Y su prestigio político entre los exiliados liberales se acrecentó cuando contribuyó a financiar la expedición militar británica que acabó con el absolutismo en Portugal y aseguró en el Trono a María II (1834). Por tal motivo, la corriente progresista del liberalismo español le propuso como alternativa para sustituir en el gobierno al moderado Martínez de la Rosa en 1835.


Un movimiento revolucionario obligó a la regente María Cristina de Borbón a entregar el poder a Mendizábal, que fue nombrado ministro de Hacienda y primer ministro (1835-1836).


La medida más significativa que adoptó fue la llamada desamortización de Mendizábal (1836), proceso de nacionalización de los bienes del clero regular para venderlos en pública subasta; aquella medida, inspirada por la Revolución francesa, tenía por objeto dinamizar la economía agrícola del país sacando al mercado libre el ingente patrimonio inmobiliario acumulado por las órdenes religiosas, formando además con sus compradores una clase media dispuesta a apoyar el régimen liberal y la causa de Isabel II; al mismo tiempo, la operación serviría para reducir la agobiante deuda pública y proporcionar al Estado medios económicos con los que financiar la guerra civil contra los carlistas (a tal efecto decretó la «quinta de cien mil hombres»).


La desconfianza de la regente le impidió completar su programa con la revisión del Estatuto Real en un sentido liberal y parlamentario, llevándole a dimitir en 1836. No obstante, un nuevo movimiento revolucionario le permitió recuperar la cartera de Hacienda en 1836-1837, extendiendo las medidas desamortizadoras a los bienes del clero secular y decretando la extinción del diezmo eclesiástico.


Posteriormente volvió a ocuparse del mismo Ministerio en 1843. Tras la toma del poder por sus adversarios moderados, se exilió en 1844-1847. Luego regresó a España y ejerció hasta su muerte como diputado progresista.


 


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