Calle Mosén Betí (1899)
Carrer Cementeri (1928)
Calle Miguel Pedrola (17/10/1936) (1)
Calle Mosén Betí (1940) (2)
(1) Miguel Pedrola. Denominación por Acuerdo 1 de Diciembre de 1936. Debe tratarse de algún destacado político o miliciano participante en la guerra civil.
(2) Actual denominación acordada en Sesión de 31 de Diciembre de 1940, reponiendo el nombre que fue acordado en 13 de Octubre de 1899: “Que se rotule con el nombre de Mosén Betí la calle C dels Mestrets.”.
Mosén Manuel Betí Bonfill nació en la histórica villa de Sant Mateu el 25 de marzo de 1864. Cursó la carrera eclesiástica en el seminario de Tortosa, desde 1876 a 1885. Recibió primero la tonsura, con la ceremonia con la que confiere el gran preparatorio, para recibir después las órdenes sacerdotales menores, acción obligatoria para los aspirantes. Fue el 29 de mayo de 1885. Y la orden del subdiaconato después y, por fin, la ordenación sacerdotal el 6 de abril de 1887. Desde esa fecha, con la protección del obispo de la diócesis, doctor Aznar, ingresó como oficial de la curia episcopal donde llegó a cursar los estudios que le permitieron alcanzar el doctorado en Derecho. Su obispo fue precisamente el que le inició en la lectura de pergaminos antiguos y libros raros. Y sin bajar el ritmo, mosén Betí ejerció como arcipreste de Morella, coadjutor de Vila-real, cura párroco en las poblaciones de Catí y de Cinctorres y, al final, tal vez en busca de un clima más benigno para él y para su madre, acabó como arcipreste de su pueblo natal, Sant Mateu. Y así, hasta el final. Queda dicho que falleció joven, a los 62 años de edad.
En todo ese tiempo, dotado de una vastísima cultura y poseedor de una excepcional erudición, se dedicó a desentrañar los históricos tesoros que encierran los templos en los que investigó.
A través de los distintos destinos que vivió en su cometido sacerdotal fue estudiando los archivos locales, lo que le proporcionó vastos conocimientos de la historia de nuestras comarcas en los aspectos políticos y artísticos. Y desde 1920, casi todas sus averiguaciones, sus testimonios de un tiempo muy anterior, se hallan publicadas en el Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, donde ocupa lugar de honor su libro Los orígenes de Castellón, aunque su gran brillo está en su historia del arte medieval, que aporta el descubrimiento del pintor cuatrocentista Valentín Montoliu y su escuela, así como las aportaciones a las biografías de los pintores Jacomart, Pere Forner, los Orfebres Santalínea, los canteros Pere Crespo y Antonio Arbó, y toda la trayectoria histórica de una población como Rosell, tan famosa entre otras cosas por el pleito que por su dominio sostuvieron en el siglo XIII la Orden de San Juan de Jerusalén y el Real Monasterio de Benifassà, del que también existe gracias a mosén Betí muy importante documentación, que ha llegado hasta nuestros días. Tiene también un libro titulado El Papa Luna, señor del Maestrazgo de Montesa, que está en las bibliotecas de medio mundo, al igual que la obra Sermones y otros escritos de San Vicente. Son obras producto de sus investigaciones y diferentes estudios.
Hay una hermosa calle en su ciudad natal de Sant Mateu, denominada Historiador Betí. Su casa, en ella, constituye la visión de un bello edificio por su techumbre de madera. Junto a la que fue su casa, hay un espectacular horno gótico, que provoca excursiones y gran interés turístico. Su calle de Castellón está rotulada simplemente como Mosén Betí y se encuentra en el distrito 8, como una calle perpendicular a la de Amalia Fenollosa. La actual denominación tuvo lugar oficialmente el 31 de diciembre de 1940.
Lo cierto es que por su pertenencia a la Real Academia de la Historia en su condición de Correspondiente, hay que consignar que también inició en su época del seminario los estudios de Paleografía. En la academia era muy conocida su obra, tan considerada por todos, titulada El Papa Luna y el Rey, en Morella. Y presentó en el I Congreso de Historia de la Corona de Aragón, un docto trabajo sobre Benifasà y su Real Monasterio. Un buen tipo, vamos, dicho con cariño y admiración. Y con el profundo respeto que merecen sus trabajos, que son ahora los que provocan nuestro recuerdo y vuelven a estas páginas.
Miquel Pedrola y Alegre (Barcelona, 22 de junio de 1917 - Frente de Aragón, 8 de septiembre de 1936) fue un miliciano antifascista catalán.
Fue miembro del Bloque Obrero y Campesino y posteriormente del Partido Obrero de Unificación Marxista. Colaboró con varios periódicos, como La Batalla, Juventud Comunista y Adelante. Fue uno de los principales organizadores de la participación del BOC en los hechos del 6 de octubre de 1934, siendo detenido en 1936 por estos hechos.
Cuando estalló la guerra civil española se ofreció voluntario para ir al frente y se encargó de la dirección militar de una de las centurias. Según las memorias de Ramón Fernández Jurado, con el que compartió aventuras en la guerra, esta centuria acabó siendo conocida como Centuria Pedrola.
Miquel Pedrola murió, junto con otros compañeros, en Casetas de Quicena en la batalla del Molino Palacín. A su multitudinario funeral asistieron los principales dirigentes del partido, como Andreu Nin.
El 21 de febrero de 1937 se le dedicó oficialmente la calle San Miguel de la Barceloneta a su memoria. Tuvo una hija póstuma, Amada, con su compañera sentimental María Valero. Las dos se exiliaron en Limoges en 1937.
Miquel Pedrola era un convencido esperantista y enseñó la lengua auxiliar internacional a María Valero. En 2008 el historiador Dani Cortijo descubrió la pintada que llevaba el nombre de Miquel Pedrola en la actual calle San Miguel de Barcelona y se inició un movimiento social de lucha vecinal para la recuperación de las letras de la antigua calle Miquel Pedrola.
En noviembre de 2016 se inauguró una exposición sobre la vida de Miquel Pedrola y la recuperación de su memoria.
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