Calle de María Breva
Calle Vázquez Mella
Calle Maria Breva en recuerdo de una hija fallecida a temprana edad del distinguido castellonense D. Jose Breva Espeleta, dueño de los terrenos de la llamada “Barriada del Armelar”, donde está situada esta calle.
Juan Vázquez de Mella y Fanjul (Cangas de Onís, 8 de junio de 1861-Madrid, 26 de febrero de 1928) fue un político tradicionalista, escritor y filósofo español, ideólogo del carlismo durante la Restauración. Fue nombrado «conde de Monterroso» por el pretendiente carlista Carlos María de Borbón.
Juan Vázquez de Mella y Fanjul nació en el concejo asturiano de Cangas de Onís el 8 de junio de 1861, hijo de don Juan Vázquez de Mella y Varela, teniente coronel retirado, natural de Boimorto, en La Coruña, y de doña Teresa Fanjul, natural de Cangas de Onís.
Cuando el pequeño Juan apenas tenía seis años quedó huérfano de padre. Realizó sus estudios secundarios en el seminario de Valdediós (1874-1877), que fue en su día sede del seminario menor de la Diócesis de Oviedo y también colegio de segunda enseñanza.
Una vez terminado el bachillerato, doña Teresa, viuda y con un único hijo, decidió trasladarse a Boimorto y vivir junto a otros familiares. Vázquez de Mella tenía dieciséis años y de acuerdo con la familia decidió estudiar Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela. Era un estudiante con una metodología singular, pues en el caso de determinadas asignaturas suplía, con más provecho, la asistencia a clase con las lecturas apasionadas que devoraba en las bibliotecas.
Finalizados sus estudios inicia su carrera periodística (1887-1890) en el periódico tradicionalista El Pensamiento Galaico de Santiago de Compostela. En 1888, cuando Llauder fundó El Correo Español en Madrid como órgano del carlismo, se fijó en la figura del joven periodista asturiano y lo presentó como una nueva esperanza. Vázquez de Mella dirigiría este diario entre 1890 y 1897.
Navarra lo eligió diputado a Cortes a los veintinueve años y desde 1893 hasta 1919, descontados los que funcionaron de 1900 a 1905 —en este periodo estuvo parte emigrado en Portugal, parte retirado en Filgueira, consagrado al estudio—, perteneció Mella a todos los parlamentos representando a Aoiz, Estella, Oviedo y Pamplona.
En 1906 se abrazó con Ramón Nocedal en Tafalla, lo que selló la reconciliación entre carlistas e integristas. Ese mismo año fue elegido académico de la silla C en la Real Academia Española pero no tomó posesión.
Su papel histórico fue, fundamentalmente, el de la renovación del carlismo, maltrecho desde el fracaso de 1876. En Vázquez de Mella encontraron el soporte intelectual que recogiera, ordenara y sistematizara el disperso ideario carlista para condensarlo en un cuerpo doctrinal traducido en programa político; fue, en síntesis, el que dio carácter «científico»[aclaración requerida] al carlismo. Pero su tradicionalismo es elevado a un exponente máximo bajo la influencia del pensamiento de Balmes, Donoso Cortés y otros pensadores, pero de manera esencial por la doctrina social de León XIII.
En 1914 es elegido académico numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Durante la Primera Guerra Mundial, Vázquez de Mella y el presidente de la Junta Nacional Tradicionalista, el marqués de Cerralbo, sostuvieron planteamientos germanófilos, que impusieron como una suerte de política oficial del partido tradicionalista. Esto conduciría a Mella, tras el fin de la guerra, a una sonada separación con el pretendiente carlista Jaime de Borbón, que era aliadófilo y había pedido la neutralidad de su partido. Jaime de Borbón, que había estado confinado por los austriacos en su castillo cercano a Viena, publicó en 1919 un manifiesto dirigido a los tradicionalistas españoles desautorizando a los que hubiesen exteriorizado sus sentimientos germanófilos. Vázquez de Mella se sintió atacado por Don Jaime, lo que le llevó a prescindir del pretendiente junto con buena parte de la dirección del jaimismo en el llamado Partido Católico Tradicionalista, que celebró su primer acto público el 11 de agosto de 1919 en el casino de Archanda, desde el que propugnaba los grandes ideales que impregnaron toda su vida: tradición, catolicismo, patria y monarquía.
En septiembre de 1919 fundó como órgano de su partido el diario El Pensamiento Español con antiguos redactores del jaimista El Correo Español que habían sido expulsados de este periódico. Sin embargo, el nuevo periódico de Mella no logró afianzarse. En una asamblea del partido tradicionalista (mellista) celebrada el 12 de octubre de 1922 en Zaragoza, se dio a conocer el déficit total que había acumulado El Pensamiento Español, que ascendía a 371 215 pesetas. Cubrirían con los gastos principalmente Luis Lezama Leguizamón, con una aportación de 100 000 pesetas, y el propio Vázquez de Mella, con 271.216 pesetas (más intereses), cantidad que Mella pudo pagar tras vender algunas fincas suyas en Asturias. En dicha asamblea Mella anunció asimismo su abandono de la vida política, manifestando su intención de seguir trabajando con más tesón que nunca en la exposición y demostración de los principios tradicionalistas, pero por su cuenta y riesgo.
A Mella le fue ofrecida una cartera ministerial en dos ocasiones: una en sus mocedades, en los ensayos unionistas de Cánovas, y otra, al final de su vida, en el Gobierno nacional que presidiría Maura. En ambos casos rehusó. El 29 de mayo de 1924 en el Teatro Real de Madrid pronunció su último discurso: «Divinidad de la Iglesia católica». Su salud se iba resquebrajando y a principios de 1925 sufrió la amputación de una pierna. Desde entonces apenas se movió de su piso del Paseo del Prado. Unos meses antes de su fallecimiento publicó una de sus obras de más resonancia: Filosofía de la Eucaristía. Según palabras del autor «como un humilde tributo (…) al grandioso Congreso Eucarístico de Chicago» (1926). Falleció a las 23:45 del domingo 26 de febrero de 1928 en el número 18 del madrileño paseo del Prado.Sus restos recibieron sepultura en el cementerio de la Almudena.
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