LA MAGDALENA Y LA NUEVA VILLA
Por V. Gimeno Michavila (Festividades año 1.949)
Todos los años, el tercer domingo de cuaresma, a partir del de 1793, ya que antes de dicho año se celebraba la festividad el tercer sábado de la misma, conmemora Castellón, la fecha de su traslado desde el venerable montículo en el que estaba instalado el antiguo poblado, al lugar que actualmente ocupa, traslado verificado al promediar la décimo tercera centuria.
Van dicho día las generaciones castellonenses, a través de los siglos, en romería cívico-religiosa, a visitar la vetusta pero venerable Ermita de la Magdalena, rindiendo con ello testimonio de gratitud y veneración a sus antepasados, conmemorando el hecho más trascendental de su historia, que dio origen a una nueva población, cuyo vecindario, con su laboriosidad, supo engrandecerla, convirtiéndose rápidamente en la más importante de la comarca de la Plana, ya que transcurrido poco más de un siglo de su traslado, contaba la misma, más de mil casas (fochs) y promulgado para el régimen de su agricultura, un importante Código rural, denominado Llibre de les Ordenasións.
Durante el siglo diez y seis, se instalaron en la Villa, los Conventos de San Francisco, Santo Domingo, Capuchinos y Monjas Clarisas y comenzaron a construir la esbelta y elevada Torre Campanario.
En la siguiente centuria, fundóse el Convento de monjas Capuchinas, se construyen los Ermitorios de San Roque del Pla, San Juan, San José y la Capilla de la Comunión, brillando en dicho siglo el famoso pintor castellonense Francisco Ribalta.
En el siglo diez y ocho, se reconstruye el Cuartel del Rey, situado a la entrada de la calle de Enmedio, junto al Portal de Valencia, se fundan la Escuela gratuita de Niñas de la Enseñanza y la Casa de Huérfanos de San Vicente Ferrer, se construyen el Cementerio del Calvario, el monumental Puente nuevo, sobre el Mijares, la nueva acequia mayor, el Palacio del Obispo, la nueva y severa Casa Capitular, la espaciosa Plaza Nueva y la del Calvario y el nuevo Ermitorio de Lidón, relicario castellonense, se instalan las Escuelas del Real, del Rosario, Hospital y Balsas, se reforman las antiguas y famosas Aulas de gramática, se derriban el primitivo muro y los Portales de Valencia, Olm, Roser, Agua, llleta, Hospital, Purísima y Fira que asfixiaban la Villa, impidiendo su expansión; cubrense el antiguo y antihigiénico Vallás, los pozos de Maig y de Balaguer, de la calle de En medio , el de la calle Mayor, frente a la de VilIamargo, hoy de Campoamor y el dels Judeus, de la calle de Caballeros, que afeaban tan céntricas vías y embarazaban el tránsito; reformas urbanas todas ellas, que transformaron y hermosearon grandemente la población; brillando en dicha centuria, que puede calificarse de siglo de oro en los anales castellonenses, los insignes Obispos Climent y Salinas, la benemérita dama Dña. Isabel Ferrer y Giner, fundadora de la Escuela gratuita de niñas denominada Casa Enseñanza y el ilustre Gobernador D. Amonio Bermúdez de Castro, todos ellos de grata recordación.
En la décimo novena centuria, se instalan la Escuela Normal, el Instituto de segunda enseñanza, el telégrafo. el servicio de aguas potables, la Sucursal del Banco de España, la Audiencia provincial, las Escuelas Pías y la Casa de Beneficencia, se construyen el nuevo Cementerio actual, la Plaza de toros, el nuevo Hospital, el Matadero público, el Paseo de Ribalta, las carreteras del Grao y la de Zaragoza y la Cárcel nueva, se implanta el alumbrado público, sucesivamente de aceite, petróleo, gas y eléctrico; se derriba el muro nuevo y sus Portales de San Francisco, Rosario, Mar, Toll, San Roque, Mestrets, Morella y Alcora, se inauguran las líneas férreas del Norte y de Onda al Grao de Castellón y en virtud de la nueva división territorial decretada en 1833, se declara a Castellón capital de la provincia de su nombre.
Mas importantes todavía son los progresos realizados durante los años transcurridos del actual siglo, que no enumeramos por estar a la vista de todos, siendo de admirar la incesante expansión urbanística y el crecimiento de la población, que cuenta hoy cincuenta mil habitantes.
La fisonomía económica de la ciudad, se ha transformado, en estos últimos tiempos, de exclusivamente agrícola, cual era antes, en agrícola-industrial.
Ello no obstante, preciso es reconocer, que es a la agricultura a la que principalmente debe Castellón su riqueza, bienestar y engrandecimiento, fruto del trabajo de sus labrantines, que al trasladarse del monte al llano, cuya efemérides conmemora la festividad de la Magdalena, supieron con sus desvelos, crear una verdadera riqueza agrícola, base de su prepotente economía, ....
Cuando al aparecer el Sol por el Oriente, miles de trabajadores agrícolas, con sus blusas negras y sus azadas al hombro unos y con sus modestos carros otros, se dirigen a cultivar sus tierras, con verdadero tesón y amoroso cariño, no podemos menos de pensar, que es a ellos a quienes principalmente se debe, en justicia, el progreso de la ciudad, ya que con sus laboriosos e incesantes esfuerzos, supieron a raíz de la traslación, construyendo acequias madres, hijuelas y filas, conducir el líquido elemento a fertilizar sus tierras, crear con múltiples fatigas, la fértil marjalería, convirtiendo todo el término en un verdadero vergel, cimiento de su floreciente economía, sólida base de su rápido progreso e incesante crecimiento urbanístico.
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