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Foto del escritorCarlos Renau Merce

PLAZA CLAVÉ

Actualizado: 16 abr

Antiguo cementerio judio

Plaza del Descarregaor de la Llenya (1796)

Plaza San Luis (1859)Plaza Clavé (1902)


Acuerdo de 6 de Junio de 1902: “ Que la actual Plaza de San Luis se le de el nombre de Clavé “.


Denominaciones anteriores:  Del “Descarregador de la lenya” y  San Luis.


DESCARREGADOR.

Debió  este  nombre  por descargarse y repartirse  en  esta puerta de Castellón la leña para el fuego de los hogares y los hornos.


SAN LUIS. (SANT LLUIS)

Dedicada al Santo de su nombre,  como parte inicial, la plaza, de la calle San Luis.


Nota:  Esta  plaza  se  formó frente al Portal  de  la  Purísima, (también  conocido por los nombres de el portal de la Jussana (por dar  acceso al cementerio Judío),   D’En Rubio y D’Albiol,  posiblemente en razón  de los propietarios de los terrenos o casas adosados,  en la muralla medieval, que fueron derribados “por higiene y ornato”, el 30 de Diciembre de 1794 por orden del Gobernador Bermúdez de Castro.


Acuerdo de 3 de Octubre de 1859: ”Denominar Plaza de San Luis a las casas que antes formaban la calle de dicho nombre y que estaban situadas en el extremo de las calles del Medio, San Fèlix y Santo Tomàs.”.






Clavé Camps, José Anselmo. Barcelona, 21.IV.1824 – 24.II.1874. Músico, poeta y político republicano.

Músico célebre por fundar las primeras sociedades corales populares en España. Fue hijo de un acomodado almacenista y aserrador de maderas que se arruinó siendo él aún muchacho. Desde los seis años de edad fue a la escuela con irregularidad por padecer una infección ocular que le dejó prácticamente ciego de un ojo, y a los catorce años entró a trabajar en un taller como aprendiz de tornero, un oficio que aumentó sus dolencias y le inutilizó para ejercerlo.


De formación musical autodidacta e inmerso en un ambiente social menestral, debió a su talento y a la esmerada educación de su madre, Inés Camps, que sabía francés y tocaba el clavecín, sus primeras nociones de música, que amplió con el estudio de dos meses de solfeo, flauta y violín. Asistente asiduo desde niño a los ensayos de la banda militar del cuartel de las Atarazanas y con buen oído para la música, a los diecisiete años empezó a ganarse la vida cantando con una guitarra por los cafés, tabernas y merenderos de Barcelona. También desde muy joven militó en las filas republicanas del poeta Abdón Terradas y del cabetiano Narciso Monturiol, participando en los años cuarenta, junto a su padre y sus hermanos mayores, en las revueltas barcelonesas contra el regente Espartero (1842-1843) y el posterior Gobierno moderado, siendo por ello encerrado en la Ciudadela, junto a su hermano Francisco, en 1845. Persuadido de la importancia del asociacionismo obrero, maduró en la idea de que el ejemplo práctico y la asociación para el arte musical podían ser poderosos medios para regenerar y educar a los artesanos y obreros que ocupaban sus ratos de ocio en la taberna, en un vicio embrutecedor e inútil para el progreso de la clase jornalera; desde entonces consagró su vida “a conseguir en lo posible el mejoramiento de la aflictiva condición moral y material en que yacía” dicha clase.


Al salir de la cárcel creó con varios amigos una agrupación musical llamada La Aurora (1845), que se dio a conocer como estudiantina en los salones barceloneses durante el carnaval de 1846. El éxito alcanzado con esta orquestina le llevó a escribir composiciones musicales para ella y a darle un carácter social, creando una caja de socorros mutuos con la cuota semanal de los asociados y la recaudación de los conciertos. El 2 de febrero de 1850 transformó su agrupación en la sociedad coral La Fraternidad que, con cuarenta socios, fue la primera asociación coral —y de socorros mutuos— de trabajadores que se fundó en España.


Su coro y orquesta actuó por primera vez en público en la verbena de la Virgen de Agosto de ese año, en el barrio de la Barceloneta, y su primer baile coreado lo realizó en el Teatro Odeón el 8 de noviembre de 1851. Desde julio de 1853, la Sociedad comenzó una serie de bailes con coros en los Jardines de la Ninfa, de la Rambla de Cataluña, en los que estrenó nuevas piezas musicales, apareciendo muchas de las letras de sus primeras canciones publicadas y reeditadas en los cuadernos El Cantor de las Hermosas.


Miembro del Partido Demócrata, durante el Bienio Progresista estuvo al frente de los republicanos barceloneses, junto a Monturiol, Ceferino Treserra, Juan B. Guardiola y Pedro Montaldo, sin que lograse ser elegido concejal. En 1856, el general Juan Zapatero, capitán general de Cataluña, le deportó, junto a su hermano Antonio, a Mahón y luego a Palma de Mallorca.


Tras regresar clandestinamente a Barcelona, vivió oculto cuatro meses hasta que fue detenido en su casa por los mozos de escuadra cuando visitaba a su hija mayor, Enriqueta, gravemente enferma. Llevado ante el general Zapatero, éste se compadeció de su desgracia por tener también una hija en parecida situación, y le permitió permanecer en Barcelona a condición de no meterse en política. Para no depender del empresario de los Jardines de la Ninfa, donde actuaban habitualmente sus coros, llegó a un acuerdo con él para construir en un terreno colindante sus propios jardines que fueron llamados “de Euterpe”, y rebautizó su asociación con el nombre de Sociedad Coral de Euterpe el 5 de junio de 1857, sin que variase el lema de “Progreso, Virtud y Amor”. Los Jardines de Euterpe, de los que fue empresario, se inauguraron un mes después, el 5 de julio, y estuvieron abiertos hasta 1862, en que se cumplió el contrato de arrendamiento y fueron derruidos. En ese mismo año se hizo con la explotación de los Jardines de los Campos Elíseos, situados en el Paseo de Gracia, y en este nuevo local alcanzó sus mayores triunfos como compositor de canciones populares y director coral.


Entre ambos locales barceloneses celebró, por espacio de once años, conciertos vocales e instrumentales, alternados con bailes, en los que estrenó la mayor parte de las obras de su repertorio.


Desde finales de los años cincuenta, y por influencia de la Renaixença, el uso del catalán igualó al del castellano en las letras de sus canciones (siendo bilingües la colección de poesías Flores de estío y la zarzuela L’Aplech del Remey, estrenada en el Liceo, ambas de 1858) y su música, al principio italianizante, se hizo más original al vincularse a la canción popular catalana (caso de las pastoriles Les flors de maig, 1858, y El somni d’una verge, 1860), calando en el público con temas tradicionales como el trabajo (Els pescadors, 1861, y La verema, 1862) o las fiestas populares (Els Xiquets de Valls, 1867), sin dejar de hacer concesiones al progreso (La Maquinista, 1867) o el patriotismo (Els néts dels Almogàvers, 1860, y ¡Gloria a España!, 1864). Atento a otras tendencias musicales, fue en los Campos Elíseos donde su coro interpretó por primera vez en España una pieza íntegra de Wagner, la Marcha triunfal de Tannhäuser, el 16 de julio de 1862.


La fama alcanzada con sus sociedades corales, especialmente la de Euterpe, hicieron que su modelo de asociación obrera se extendiese por Cataluña, siendo las Sociedades Euterpenses el origen de los Coros Clavé. Las más completas de estas sociedades tuvieron ateneos populares, con sus correspondientes clases de lectura, escritura, aritmética, dibujo, biblioteca y mesa de periódicos, y cajas de socorros mutuos para los casos de enfermedad, inutilización para el trabajo, desempleo, viudedad, orfandad de menores y redención de quintos. Su movimiento asociativo estuvo favorecido por su editorial Euterpe, llevada por el impresor Antonio Bosch, y por los periódicos musicales por él redactados: El Eco de Euterpe (1859-1874), en el que publicó su trabajo “Las Sociedades Corales en España”, y El Metrónomo (1863), semanario consagrado al fomento de las asociaciones euterpenses, colaborando también en El Comercio de Barcelona (1864) y Los Sucesos de Madrid (1866). No obstante, fue con la organización de los grandes festivales de sus sociedades corales en Barcelona como más ayudó a la difusión de las mismas. Estos festivales fueron pioneros en España y en ellos participaron orfeones procedentes de toda Cataluña, celebrándose en los Jardines de Euterpe (septiembre de 1860 y octubre de 1861) y en los de los Campos Elíseos (septiembre de 1862, en el que se repartió la obra colectiva y moralizadora El libro del obrero, y junio de 1864). Del creciente éxito de los baile-conciertos corales como espectáculo popular habla el número de miembros de sus coros y orquestas: doscientos cantantes y ciento cincuenta músicos en el primer festival (1860) y 2.090, agrupados en cincuenta y siete sociedades corales, y trescientas, respectivamente, en el de 1864, el más importante de todos.


Fuera de Cataluña, su coro actuó en Zaragoza (1861), con motivo de la inauguración del ferrocarril desde esta ciudad a Barcelona, donde estrenó el valsjota Las galas del Cinca, y Madrid (1863), donde Castelar elogió sus conciertos en el Teatro Jovellanos por la musicalidad de sus letras en catalán. Este destacado tribuno republicano le acompañó también en Reus, donde sus coros interpretaron el Himno a Castelar en septiembre de 1863, permitiendo estas giras de propaganda que las asociaciones corales se extendiesen por Madrid, Zaragoza y otras capitales españolas. Implicado Clavé en las conspiraciones contra el trono de Isabel II, el capitán general de Cataluña, conde de Cheste, le desterró a Madrid, donde fue detenido y encerrado el 30 de agosto de 1867 en la cárcel del Saladero, donde permaneció preso un mes. A los pocos días de recobrar la libertad, falleció su hija Enriqueta, de catorce años, que había viajado a la capital en compañía de su madre y su hermana ante el rumor de que el padre iba a ser deportado a Filipinas. Quizás en su salida de la cárcel influyese la reina Isabel II, que le conocía desde su viaje oficial a Barcelona (1860) y había asistido a su actuación coral en Madrid, pues se entrevistó con él en Palacio en ese mismo año.

En 1868 regresó a Barcelona, donde colaboró en la revista de Víctor Balaguer La Montaña de Montserrat, y participó activamente en la Revolución de Septiembre, implicándose de lleno en la política tras la caída de los Borbones. La Junta revolucionaria le nombró concejal del Ayuntamiento de Barcelona a primeros de octubre, e ingresó en el Club de los Federalistas (1868-1869) y en el Partido Republicano Federal, de cuyo Comité local formó parte. También practicó el periodismo político como director de La Vanguardia (1868-1869), desde cuyas columnas apoyó la demolición de algunos templos y consideró a Jesucristo como el “primer propagandista de la idea regeneradora”.

Fue, asimismo, redactor de El Cohete (1868), de tono más anticlerical y volcado en la campaña para el derribo de la Ciudadela, y de El Estado Catalán (1869-1870), de Valentín Almirall.


Elegido presidente del Comité republicano federal de la provincia de Barcelona, firmó el Pacto federal de Tortosa, en calidad de vicepresidente por el “Estado Catalán”, en mayo de 1869. Al año siguiente se adhirió al manifiesto federalista del Directorio del partido contra la Declaración de la prensa republicana unitaria de mayo de 1870. Al abandonar el federalismo intransigente, fue elegido diputado provincial en las elecciones democráticas de marzo de 1871 y presidente de la Diputación provincial de Barcelona el 8 de abril. Tras el enfrentamiento con el gobernador Bernardo Iglesias, fue destituido del cargo, junto a sus compañeros de partido, por el ministro Sagasta, el 19 de junio del mismo año. Aunque el Gobierno Ruiz Zorrilla le repuso al frente de la Diputación el 12 de julio de 1872, cesó por sorteo en el escaño provincial al convocarse las elecciones parciales de septiembre, a las que no concurrió. Proclamada la República, y con la salud ya quebrantada, fue nombrado gobernador civil de Castellón en febrero de 1873; allí estrenó su última canción, “Goigs i Planys”, y elegido diputado de las Cortes Constituyentes en mayo, se trasladó por este motivo a Madrid al ser admitida su dimisión el 5 de julio. Se opuso al movimiento cantonal y durante la presidencia de Castelar fue, desde el 7 de octubre, delegado del Poder ejecutivo en la provincia de Tarragona, donde le cogió el golpe de Pavía que disolvió la Asamblea republicana en enero de 1874.


Destituido del cargo y reintegrado a su vida familiar, falleció de una afección cardíaca al mes siguiente.


En 1876, las sociedades euterpenses le erigieron un panteón en el Cementerio Viejo de Barcelona, obra de Luis Doménech y Montaner, que fue el lugar de reunión de sus simpatizantes en el aniversario de su fallecimiento hasta que se le levantó por suscripción popular una estatua en la Rambla de Cataluña (1888), realizada por Manuel Fuxá y José Vilaseca, que había colaborado también en el monumento funerario. El Ayuntamiento barcelonés colocó una placa conmemorativa en la casa donde vivió, sita en la calle Xuclá, e incluyó su retrato en la Galería de Catalanes Ilustres. Como sus coros, las calles y los monumentos dedicados a él se multiplicaron por toda Cataluña.

Escribió, junto a algunas zarzuelas y muchos artículos periodísticos, más de ciento sesenta piezas musicales y su hija Áurea Rosa, compositora y pianista, arregló varias de ellas para piano y orquesta.

Obras de ~: La estrella matutina, 1847; Las rosas de abril, 1848; Fraternidad, 1849; Estudiantina coreada, Fiesta en la aldea, Flor de mayo, El templo de Terpsícore, La fiesta de Flora, 1850; A las bellas, La despedida, Horas de solaz, La brisa de la noche, Goces del alma, Las galas del amor, Irradiación, La flor de las tunas, 1851; Alborada, A orillas del Llobregat, Las auras del valle, Una zambra en Alfarache, ¡Canela de España!, La ilusión, 1852; Paco Mandria y Sacabuches (zarzuela), 1852; Junto a su puerta (monólogo), 1853; Azucena, Un víctor a las bellas, Al baile, El rosicler del alba, La rosa de amor, Noches de estío, Debajo de los sauces, La pastorcilla, ¡Juy, qué jaleo!, Flores del Edén, Ester, 1853; Las bellas de la costa, La Aurora, La font del Roure, El somrís de las hermosas, Veladas de Aragón, Les nines del Ter, A la luz de la Luna, 1854; El porvenir, El columpio, La flor del valle, Las avecillas, Los contrabandistas, ¡Un beso!, 1855; Una zambra en Alfarache (juguete), 1855; Los aldeanos, ¡A Montserrat!, Emma, Enriqueta, El primer amor, 1856; Serenata de tenor y coro, Una orgía, La mariposa, La tuna, 1857; Aleluya, Invocación a Euterpe, ¡Al mar!, Les flors de maig, La queixa d’amor, ¡Torrat!, Per a els pobres, 1858; Flores de estío. Poesías, Barcelona, Tipografía de N. Ramírez, 1858 (6.ª ed., 1924); L’Aplech del Remey. Zarzuela bilingüe de costumbres catalanas, en dos actos y en verso (estrenada el 30 de diciembre de 1858), Barcelona, Est. Tipográfico de Gaspar, 1864; La casita blanca, Proserpina, El lenguaje de las flores, La nina dels ulls blaus, El pom de flors, Áurea Rosa, Cap el tard, 1859; ¡Honra a los bravos!, La nit de Pasqua, Els néts dels Almogàvers, Tula, El somni d’una verge, La cacería, La guyábana, La toia de la núvia, 1860; con J. M. Torres, El carnaval de Barcelona, Librería Española, 1860; La violeta, Un suspiro, La guajira, Las galas del Cinca, De bon matí, Els pescadors, La gratitud, La instrucción popular, 1861; La mascarita, La verema, 1862; La danza campestre, El chinito, 1863; La danza pírrica, ¡Gloria a España!, 1864; Horas felices, 1865; L’edat ditxosa, 1866; Una fontana, Los tunos, ¡Ay que risa!, La Maquinista, Els Xiquets de Valls, 1867; El vals del Azor, Pascua Florida, 1868; La Revolución, ¡A la victoria!, Pel juny la falç al puny, 1869; La Marsellesa, 1871; Goigs i planys, 1873.

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