Los castellonenses nacidos a partir de 1972, ya ha conocido la capital de la Plana con sus tascas en las calles Isaac Peral y Barracas, pero fue Ernesto Bou, nacido en una masía de Puertomingalvo, quien fundó con su “Oficina” el tardeo en la ciudad, abriendo su negocio en abril de 1972, perdurando a día de hoy en una nueva “Oficina” con el nombre de la “Tasca de Ernesto”, regentada por Ernesto hijo.
Días más tarde, su amigo Pedro Navarro (con quien coincidió en el OAR como camarero), subió la persiana de “El Mejillón”.
El popular Saeta (Manuel Molina Baeza), se quedó en el año 1975 con “El Pichón” (primera tasca del lugar) siendo Gregorio Muñoz y Gustavo Bou quienes la inauguraron.
Poco después vendría, todo un referente, ”La Cueva” de Manolo Torres, que después se la quedaron José Luis y Magdalena. Años después abrió al lado de “La Cueva” se inauguró el “Frankfurt Luis”. Manolo con “La Nécora” ya en los 90, y con el cambio de siglo abrirían “Amado” y “La Guindilla”.
En un principio, los jóvenes y no tan jóvenes que acudían a la calle Barracas «la más antigua de la ciudad» y a la calle Isaac Peral (al día de hoy sin ninguna tasca), pagaban los quintos a cinco pesetas y los tercios a siete, mientras que un bocadillo de lomo a la plancha, por ejemplo, costaba veintidós.
Pero no sería justo, no recordar que en esa misma época existía en la calle Navarra, desde 1968 una tasca famosa por sus “cacaus”, chorizos y longanizas picantes, el “Portón”, abierto por Jaime Martinez y Rafael Fernández, traspasado posteriormente en el año 1971 a Manolo y Cecilio, antiguos camareros del “Pirata”.
Mención especial para “La Madeja” de Luis Serrano y Eduardo Duarte que se abriría posteriormente en la calle Maetro Chapí.
También en la vecina Benicassim fueron famosos “Los Toneles” y “El Pouet”.
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