DATACIÓN
1248-1600 (zócalo).
1936-1955 Nueva edificación
Se ubica el edificio en la esquina entre la calle Cazadores y Pescadores y presenta en sus tres plantas una curiosa mezcla de estilos: el Renacimiento manierista de la sillería de planta baja y la sencilla arquitectura de los años cuarenta de la ampliación.
El edificio actual fue levantado en los primeros años de la década de los cincuenta según proyecto de Vicente Traver Tomás. Se intentó seguir en fachada la tipología propia de las casas nobles castellonenses de los siglos XV y XVI, reutilizando el zócalo proveniente de la “Casa dels Miquels”, derribada durante la guerra civil y que estaba situada en la esquina de la calle Pescadores con la calle del Agua.
La fachada principal a la calle Cazadores se ordena a través de un eje situado en el portal (con el arco y dos ventanas superiores), y el resto de paño con tres líneas (la del centro con balcón en primera planta) de doble ventana coronada por una logia de huecos de medio punto.
La fachada lateral, a Pescadores, se articula en tres ejes, con similar disposición, tamaño y forma de huecos. Una imposta a la altura del techo de la planta primera recorre los alzados. Una cornisa imitando el modo medieval local (imbricación en diagonal) de ladrillo macizo remata y protege la fachada.
Lo realmente interesante en este edificio es el trabajo de cantería de los reutilizados sillares labrados del siglo XV. Integrados en la fachada, formando un importante zócalo con la altura de toda la planta baja se conserva la portada y cuatro dinteles decorados. La portada, de arco de medio punto que tiene la anchura de las dovelas, consta de diez dovelas ornadas con flores de lis superpuestas, cinco a cada lado de la que sirve de clave y que aparece llana. Los cojines o dovelas de arranque son lisas igual que la clave y el intradós es liso. Ambas jambas presentan de nuevo una composición de escudos, círculos y flores de lis.
En los cuatros dinteles conservados de las ventanas se representan de nuevo escudos con motivos flordelisados, junto a pequeños carneros portando unas banderas. Y en la esquina se sitúa un pequeño escudo de piedra a dos caras. Los azulejos del voladizo del balcón parecen también auténticos, de la época barroca.
A pesar del contraste algo forzado entre la ampliación contemporánea, poco rigurosa históricamente, con los restos de una arquitectura renacentista culta y elaborada, es un edificio que debe ser conservado.
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