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Foto del escritorCarlos Renau Merce

CRONISTA JOSÉ ROCAFORT VISA

La partida de bautismo nos informa que el cronista Rocafort nació el 28 de agosto de 1736, hijo de José Rocafort y Josefa Visa, matrimonio con 12 hijos, seis varones y seis chicas, de entre los que el agustino fue el quinto, y tercero de los hombres.

El padre de familia, era un artesano del gremio de maestros zapateros y contaba además, con la modesta renta de cuatro hanegadas de tierra de huerta, en la partida de San José.

La vecindad del convento inclinó al muchacho a frecuentar la iglesia desde temprana edad, acudiendo a los requerimientos de los religiosos para ayudar a la celebración de los oficios y es natural que esto despertara su vocación que más adelante pudo encauzar en el mismo convento, en las aulas de aquel “curso de Filosofía en el que concurren con los religiosos muchos hijos de vecinos”, del que escribió el Padre Vela. Hay referencias de que en 1761 viste aún el hábito de coro y dos años después ya aparece ordenado sacerdote. Otros datos del dietario nos dicen que en 1771, es decir, a los 35 años, predicó el sermón del día de San Agustín, con motivo del a inauguración del retablo mayor de la iglesia del convento, que costearon doña Magdalena Giner y su hija doña Isabel Ferrer. La propia actividad del Padre Rocafort va reflejándose a través del dietario, crónica mágica de una época, pero quiero detenerme en que, ya cumplidos los 70 años, intervino en los conflictos y alteraciones que los acontecimientos políticos provocaron en 1808. Admirado y respetado por todos, se aceptó su arbitraje en el tema por su juicio ecuánime y severo. Tiene gracia cuando describe su acompañamiento a unos amotinados para indagar el paradero de un francés que se había ocultado en la clausura de las Capuchinas. Lo cierto es que la entrada definitiva de los En el antiguo barrio de La Guinea, distrito 8 del callejero, hay una calle en Castellón entre la de Segorbe y la avenida de Barcelona, a nombre del Cronista Rocafort, religioso del convento de San Agustín del siglo XVIII. Nacido y fallecido en Castellón, es el relator de fiestas, vidas y costumbre de su época. 228 franceses el 21 de septiembre de 1811 obligó a los religiosos a abandonar el claustro y, durante un trienio la Comunidad permaneció disuelta; el hospital de Trullols amparó a los agustinos enfermos, otros se albergaron en Lledó y algunos, como Rocafort encontraron hospedaje en casa de sus propios hermanos o familiares.

Restituido el convento a los religiosos en 1814, el Padre Rocafort siguió escribiendo su crónica hasta dos días antes de su muerte, el 28 de mayo de 1818, a los 82 años de edad.

Primero Balbás y Llistar y mucho después Guinot y Carlos G. Espresati ya hicieron mención en sus obras de las noticias del Padre Rocafort, pero fue en el trabajo minucioso y profundo de Eduardo Codina cuando apareció radiante la copiosa fuente de noticias básicas de nuestra historia en los años del cronista.

Al respecto, escribió Codina: “En aquella celda del convento de San Agustín, fundado en los días del Conquistador, junto a alguna ventana hasta la que debieron llegar las ramas del severo y centenario ciprés plantado en la luna del claustro mayor, empezó sin duda fray José Rocafort, hijo de la Villa y del Convento, a escribir las cosas notables sucedidas en Castellón desde el año 1762. Y lo hace sin nada imaginativo, ya que escribe puntualmente cuanto ha visto o le han referido”.

Abrir las páginas del libro es volver a vivir el tiempo aquel, tal vez para soñarlo de nuevo, ya que nos ofrece con minuciosidad las fiestas con motivo de la proclamación de reyes, también las capeas y los fuegos de artificio, los proyectos para el trazado de calles, plazas y jardines, el nombre de las familias de aquel tiempo, el latido de unos seres humanos que poco a poco vuelven hasta nosotros.




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