Eduardo Fernández Marqués, hijo de Eduardo y Consuelo, nació en Madrid el 20 de octubre de 1905. Quedó huérfano a los quince años, al fallecer su padre en Jaén, de cuyo instituto era entonces director. Licenciado en Filología Románica por la Universidad Central de Madrid, también recordaba con cariño y admiración a sus profesores, Ramón Menéndez Pidal, Julio Cejador, Armando Cotarelo, el latinista José Alemany, Asín Palacios, el arabista... Obtuvo por oposición la cátedra de Lengua y Literatura Españolas del instituto de Soria en 1932, con el eco y las huellas de Antonio Machado. Estuvo en Manresa y, para sustituir a su amigo el ilustre Joaquín de Entrambasaguas, se incorporó al Instituto de Castellón al iniciarse el curso 1935-36, donde pronto fue elegido como director por acuerdo del Claustro. Y fue por ello diputado provincial.
Finalizada la contienda, el 28 de septiembre de 1939 contrajo matrimonio con María Belén Nieto García, que había nacido en Játiva. La ceremonia religiosa en la Trinidad, fue celebrada por sus tres compañeros sacerdotes del Instituto, Fernando Andrés, Salvador Milián y José María Guinot, aroma de religión, filosofía, griego, latín, literatura...
Desde su boda, Fernández Marqués tuvo claro que su vida estaba en Castellón, volcando su entusiasmo al servicio de los estudiantes y sus familias como Secretario del instituto durante más de 25 años, mientras también atendía su cátedra de lengua y literatura. Y aquí nacieron sus cuatro hijos, Eduardo, ingeniero de la Diputación, Francisco Javier, catedrático de Historia Antigua y Decano de la Facultad de Geografía e Historia de Valencia, Manuel, profesor titular de Literatura Española en la Complutense de Madrid, y María Belén, también profesora de Lengua y Literatura.
Con Isidoro Andrés Vilarroya, eran los grandes conocedores de la obra La Celestina, sus cantores apasionados. Aunque yo recuerdo el día que le concedieron a Juan Ramón Jiménez el Premio Nobel de Literatura en 1956 y me dijo de él:
—Toda su vida es poesía. Sabe llamar a nuestra inteligencia con bellas imágenes y a nuestra alma con nuevos sentimientos.
Eduardo falleció aquel 6 de julio de 1987, en el Hospital Provincial
Observar la vida de Fernández Marqués, nos conduce a la historia de la enseñanza media en Castellón. Las instituciones educativas, con un funcionamiento jerarquizado a partir del plan de Estudios de 1845, dejaron atrás las Aulas de Gramática y las escuelas de Latinidad para crearse los institutos. Por Real Orden de 26 de junio de 1846 se creó nuestro Instituto de Segunda Enseñanza, en cuyo libro 1° de Actas de las Sesiones del Claustro, se puede tener noticia de que el 5 de octubre de 1846 tuvo lugar la sesión que declaraba abierto el curso escolar 1846-47. El viejo convento, que fue utilizado también como cuartel, lo habían abandonado las Monjas Clarisas diez años antes por traslado a Villarreal. Después, el 14 de enero de 1917 fue inaugurado el hermoso Instituto General y Técnico que, desde 1943 se llama de “Francisco Ribalta”.
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