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Foto del escritorCarlos Renau Merce

EL ASESINATO DE LA CALLE SAN FELIX

Actualizado: 15 jun 2021

Levante de Castellón 17 de Marzo de 2019.

Por Queta Ródenas.


Todo comenzó el Viernes Santo de 1936 cuando una pandilla de pistoleros atracó la farmacia de José Castelló en la calle Navarra y murió un agente de la brigada de investigación criminal.


CALLE SAN FELIX LUGAR DEL CRIMEN EN 1942

Un Viernes Santo de 1936 una banda de pistoleros atracó la farmacia propiedad de José Castelló Soler, ubicada en la calle Navarra. El testimonio del dependiente y de otro chico que estaban en ese momento en el comercio, de nombre José, fue fundamental para que la Guardia Civil, después de una exhaustiva batida por toda la ciudad, consiguiera identificarlos y pararlos cuando se los cruzó en la calle Ruiz Zorrilla.


Desgraciadamente los dos individuos sospechosos persuadieron los guardias con razonamientos para que no los registraran en público y los convencieron incluso para entrar en la escuela de la maestra Carolina (situada en la plaza del Real), para tal fin. Una vez aceptada la propuesta, entraron en la escuela por la puerta de acceso de la calle Bayer y uno de los guardias se quedó vigilante. De repente, se escuchó una pelea y enseguida un tiroteo que provocó la muerte del agente de la brigada de investigación criminal, Ernesto G., de dos disparos en el corazón, y también dejaron malherido el agente Ramón B.


En cuanto a los delincuentes, el de nombre Ramon R. recibió varios tiros que le provocaron heridas en el vientre, que más tarde se le complicarían con una peritonitis que le provocó la muerte pocos días después, el día 21 de abril. El otro delincuente llamado Ramón V., de 28 años, soltero y natural de Peguera (Barcelona), consiguió escapar, pero como que lo seguía todos los niños, los echó unos botes de gases asfixiantes para que ni los niños ni los agentes lo pudieran seguir. A pesar de esta estrategia, un niño en bicicleta fue detrás de él e informó de su escondrijo a los guardias, que rápidamente lo detuvieron.

Se trataba de dos miembros de una banda de pistoleros profesionales, a los cuales se los confiscó gran cantidad de armas y munición. Fue un terrible suceso que conmocionó la población, sobre todo por la muerte del agente, al entierro del cual acudieron una multitud de ciudadanos y de autoridades manifestando una gran muestra de pésame. El atracador causante de la muerte del agente era conocido por el mote de «Caracremada» y cuando a comienzos de la guerra el Frente Popular liberó los presos, le faltó tiempo para buscar el agente Ramón B. y más adelante, cuando llegó a la ciudad la Columna de Hierro, también buscó a José M., el joven que aportó datos para su identificación.


Dichosamente ambos se habían buscado un buen escondrijo y no los pudo encontrar. Este delincuente formó parte de la Federación Anarquista Ibérica y era uno de sus máximos dirigentes. Combatió con la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y fue guerrillero antifranquista hasta su muerte el año 1963 en un enfrentamiento con la Guardia Civil cerca de Francia. Era considerado como el último maquis catalán.


Seis años después...

El 13 de junio de 1942 fue detenida Enriqueta Ribes, hermana del delincuente que resultó muerto en el hecho de 1936 antes mencionado, por haber dado muerte a su cuñada Consuelo, viuda de Ramón R. Los hechos habían tenido lugar el tres de enero de 1937 en una casa de la calle San Fèlix donde vivían la mujer y el hijo del pistolero muerto; una hermana de este con su esposo y el resto de familia.


Aquel día, este matrimonio fue a la habitación de la cuñada y le hicieron ingerir ácido clorhídrico para acabar con su vida; pero a pesar de que le quemaron parte de la cara, no consiguieron que muriera, con lo cual la arrastraron hasta un pozo ciego donde la lanzaron y a continuación sellaron el brocal. Ante los gritos de la mujer pidiendo ayuda, acudió una hija de la pareja de 14 años a la cual amenazaron si se iba de la lengua. Poco después la cuñada ,con toda la sangre fría del mundo, se presentó en la Jefatura de Policía, donde denunció que su cuñada había huido subiendo a un vehículo, dejando a su hijo de dos años con ellos. Alegaba que no podían hacerse cargo del niño porque su situación económica era muy precaria.


El cuñado asesino murió un año después. A pesar de todo, por alguna confidencia, posiblemente la hija que lo presenció, el sargento Bellés con su equipo descubrieron el cadáver y encarcelarón a la culpable. En cuanto al niño, acabó ingresando a la Beneficencia de manera interina, y de él se hizo cargo un familiar en 1939. Los motivos para tan cruel crimen parecen ser la mala relación que había entre ellos y el hecho que el matrimonio sospechaba que la viuda recibía dinero de los bandidos, amigos del marido, y no los compartía con ellos.


Todo va empezar el Viernes Santo de 1936 cuando una pandilla de pistoleros atracó la farmacia de José Castelló en la calle Navarra y murió un agente de la brigada de investigación criminal.


El asesinato de la calle San Fèlix por Queta Ródenas

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