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Foto del escritorCarlos Renau Merce

FRANCISCO VIDAL SERRULLA

Actualizado: 23 dic 2023


Francisco Vidal Serrulla (Castellón 1923-1996), fue uno de los pintores castellonenses más interesantes de la segunda mitad del pasado siglo, cuya labor no solo en el campo de la plástica sino en otros del ámbito cultural como la docencia, la investigación, las conferencias o la preparación de exposiciones, fue constante a lo largo de su vida. Cabe destacar, en medio de una miscelánea tan eficaz como activa, su labor en la refundación del Ateneo de Castellón desde 1963, donde desde su puesto de secretario, llevó a cabo una fecunda y reconocida actividad cultural.


Formado con Pedro Vilarroig, Tomás Colón, en la capital de la Plana y Adsuara y Vázquez Díaz en Madrid, fue dueño de una elogiable técnica de dibujo en todas las áreas de la figuración, lo que le permitió abordar con solvencia el óleo y la acuarela. Sus obras se contemplaron en exposiciones individuales en una gran cantidad de ciudades españolas como son Valencia, Ulldecona, Alicante, Zaragoza, La Coruña, Salamanca, Palma de Mallorca, Barcelona, Madrid y Vallaures (Francia). A través de la Kuntsgallery su obra llegó incluso a los Países Bajos, Alemania, Estocolmo y Dinamarca donde en Copenhague en 1963, se le montó una muestra con 40 obras.


Gustó de los temas tomados del natural, tanto campestres como de las escenas de género, amén de los muy atinados bodegones y evolucionó mucho su lenguaje experimentando posibilidades en el tratamiento de la materia. Si en los orígenes se aprecia una influencia del postcubismo, finalmente es el postimpresionismo, con una expresividad interiorizada, que se ha venido en denominar “unamuniana”, lo que caracteriza su producción al óleo. En los temas en los que el protagonismo lo tenía la figura humana, recurría al primer plano, mientras que en los paisajes gustaba de ahondar en las perspectivas. Y en ambos acrecentaba la textura de la pincelada con numerosas superposiciones y fregados, para otorgar un interés de plasticidad intrínseca.

Tampoco hay que olvidar la obra mural y singularmente la sacra en iglesias como la Basílica de Lledó, la Trinidad de Castellón o la Catedral de Tortosa a la que dotó de una noble espiritualidad acorde con su espíritu de fuertes creencias religiosas.

Por otra parte las acuarelas, con fugas amplias y atmosféricas, evolucionaron desde unas tonalidades oscuras y sentimentales, de su paleta inicial, muy cercanas a su concepto espacial del óleo, a una riqueza de color muy vitalista y mediterráneo, acentuada en su cada vez más significativa depuración de los ambientes en la búsqueda de una atmosférica abstracción.


La pintura en Castellón en los años sesenta de la pasada centuria sigue fiel a la figuración naturalista y más en concreto al paisaje, por más que algunos artistas de la generación de la década de los cuarenta comienzan a individualizar ofertas, en varios órdenes de la figuración siguiendo postulados personales, reestudiados de alguno de los “ismos” en boga, mientras que otros permanecen fieles a la tradición “mediterraneista” del “porcarismo”, con escasas aportaciones, en su estilo, de investigación propia. Todo ello hasta que comienzan a verse nuevas propuestas en una de las más grandes muestras plásticas que ha conocido la reciente historia local: El Certamen Nacional de Pintura de Castellón de 1964, en el que Vidal Serrulla tuvo una destacada labor en el comité de organización.


El artista fue el primero en despegarse de la tradición del maestro Porcar en la búsqueda de un estilo propio e independiente, en el que buscaba una abstracción conceptual tanto en la imagen como en la acción del color.

Si Vidal Serrulla fue un muy dotado pintor, tal vez fuera un personaje tanto o más interesante en su faceta humana. Precisamente, su formación enciclopédica y su amor a la tierra le convirtieron en pieza fundamental en la acción de las artes plásticas.


En LA I Mostra de Pintura Castellonenca que se montó en el Ateneo de Castellón fue un destacadísimo colaborador aportando su mucha ciencia y experiencia a la hora de montar este tipo de exhibiciones artísticas colectivas. A ellas cabría sumar los homenajes póstumos a los pintores Badía (1986) y Soler Blasco (1985), en la declaración del basilicato del Lledó, en su asesoría a la Junta de Fiestas de la Magdalena, en la polémica exposición 80 años de arte castellonense de 1983 y en tantas otras actividades en las que fue requerido, y a las que nunca negó su sincero apoyo y su trabajo abnegado.


También hay que hacer referencia a sus publicaciones y conferencias sobre temas artísticos, muy frecuentes sobre todo en el Ateneo que, como se ha referido, tuvo en él un directivo eficacísimo, trabajador incansable, que jamás solicitó recompensa alguna por su efectiva y abundante labor. A Vidal le gustaba la investigación referida a las técnicas pictóricas y a la historia y sobre todo ello preparó numerosos escritos, que fueron publicados en la prensa local, en revistas, o sirvieron de base para diversas conferencias, como la que pronunciaría en el entonces Centro Universitario de Castellón (en la actualidad, Universitat Jaime I) en el año 1984.



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