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Foto del escritorCarlos Renau Merce

LOS SERENOS DE CASTELLÓN

Los serenos de Castellón fueron una figura clave en la vida nocturna de la ciudad hasta bien entrado el siglo XX. Al igual que en otras localidades españolas, el sereno era un guardián nocturno encargado de velar por la seguridad en las calles y de prestar asistencia a los vecinos durante la noche. Su trabajo consistía en patrullar las calles, controlar el acceso a los portales de las viviendas y encender o apagar las luces públicas, en los tiempos en que aún no había sistemas automáticos de iluminación.


El sereno portaba un característico farol y una vara o porra, que simbolizaban su autoridad y su capacidad para auxiliar o imponer orden en las calles en caso de incidentes. Además, era común que los serenos llevasen un manojo de llaves con el que abrían las puertas de las viviendas a los vecinos que llegaban tarde a sus casas, ya que muchas veces los portales quedaban cerrados por la noche.


Más allá de sus funciones estrictamente relacionadas con la seguridad, los serenos también cumplían un rol social. Eran conocidos por conocer a todos los vecinos y, en cierta medida, su presencia daba tranquilidad a los habitantes que confiaban en ellos para resolver pequeños problemas cotidianos, como buscar ayuda médica en caso de emergencia o incluso dar la hora en una época en la que no todos disponían de relojes.


Al acabar la guerra civil 1936-39, también se convirtieron en testigos de cuantos vivían en su zona y, en caso de ser necesario, certificaban la buena conducta de los vecinos cuando deseaban obtener ciertos documentos como el pasaporte.


La figura del sereno comenzó a desaparecer a medida que las ciudades fueron modernizándose, con la llegada de la electricidad y la mejora de los cuerpos policiales, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. En Castellón, como en muchas otras ciudades, su desaparición marcó el fin de una era en la que el sereno era una presencia familiar y casi imprescindible en las noches urbanas. Aunque ya no existen, su legado queda en la memoria colectiva como una parte nostálgica de la vida en la ciudad.




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