Castellón cuenta con una rica tradición hortelana, vinculada a los campos de cultivo que rodean la ciudad. En estas partidas rurales de Castellón, existe una tupida red de ermitas, muestra de la devoción popular. Muchas de ellas están vinculadas al histórico Caminàs, vía de comunicación paralela al Mediterráneo que ya existía en época ibera, y servía de frontera entre las tierras cultivables y las tierras pantanosas cercanas al mar.
En sus alrededores, surgieron los primeros núcleos habitados del término municipal, en forma de alquerías musulmanas, y, con el tiempo, una serie de ermitas rurales.
Situada en la Partida de Algepsar, ya cerca de Benicàssim y del Desert de les Palmes, la Ermita de la Font de la Salut es la última de las ermitas del Caminàs de Castellón, propiedad particular escasamente documentada, cuya referencia más antigua, de 1693, encontramos relatada durante la visita pastoral del obispo Severo Tomás, donde se cita el lugar en latín como Fontis Salutis.
Se trata de una ermita de planta central, cubierta con cúpula ciega sobre pechinas decoradas con yeserías. En su interior destacable patrimonio: el retablo mayor, una rica decoración con esgrafiados y una interesante imagen de la Virgen de la Font de la Salut, una bella talla del siglo XVII que en la actualidad conservan sus propietarios, las yeserías y algunas pinturas murales se han perdido para siempre.
Este paraje es tan bello como desolador por su abandono: en un claro de la espesa pinada, rodeada de vegetación salvaje, aparece sorprendentemente la pequeña ermita, olvidada, expuesta al vandalismo y en rápido deterioro. Junto a ella se encuentra la Font de la Salut, un pilón con azulejos cerámicos prácticamente oculto por los matorrales, en el mismo estado de abandono.
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