Cardona Vives, Juan Bautista. Castellón, 3.VIII.1814 – 2.XII.1890. Sacerdote, benefactor.
Juan Bautista Cardona Vives nació en Castellón el 3 de agosto de 1814 y era hijo de la distinguida familia formada por Aurelio Cardona Beneyto (de hidalga estirpe) y Josefa Vives y Giner. De los seis hijos habidos en el matrimonio, quedó Juan como heredero único, ya que sus cinco hermanos murieron sin descendencia.
Terminados sus estudios de Latín, Humanidades y Filosofía, ingresa en el Seminario de Tortosa y recibe, a sus diecisiete años, la primera tonsura. Las revueltas políticas obligan al joven seminarista a dejar sus estudios y trasladarse con sus padres a Valencia. Terminada la guerra, la familia Cardona regresa a Castellón, pero Juan posterga su ordenación hasta una edad avanzada. Provisto de letras dimisorias, recibe, de manos del doctor Costa y Borras, obispo de Barcelona y gran amigo de Juan Cardona, las órdenes menores y el subdiaconado en los días 6 y 7 de marzo de 1857. El 28 del mismo mes, el diaconado, y el 6 de junio es ordenado sacerdote en la iglesia de Santa Eulalia, de la Ciudad Condal. Diez días más tarde celebra su primera misa en la Arciprestal de Castellón. Tiene Juan Cardona cuarenta y tres años.
Por estas fechas la Estadística del Clero de Tortosa le califica como “sacerdote ejemplar, de muy buenos antecedentes”. En marzo de 1859 obtiene el doctorado en Teología por la Universidad de Valencia. Juan Cardona, sacerdote culto, es un hombre de Dios, lleno de caridad: “ningún pobre entraba en su casa sin salir con lo que pedía, porque lo que era de Cardona era de todos”. La fama de su virtud se extiende. Los prelados de Tortosa, Segorbe, Barcelona, Tarragona y Zaragoza le conceden licencias para celebrar, predicar, confesar religiosas y absolver reservados en sus respectivas diócesis. Pío IX le otorga nuevas concesiones. El 12 de septiembre de 1863 el obispo Vilamitjana le nombra arcipreste de Castellón, cargo que desempeñó “con singular acierto, con prudencia nunca bien ponderada y con celo infatigable. En todas las facetas de la vida apostólica se veía al hombre de Dios que procuraba el bien espiritual y material de los fieles”.
Incansable apóstol de los pobres y desvalidos, puso todo su empeño en mejorar constantemente su situación y, al efecto, consiguió que las Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación —recién fundadas por madre María Rosa Molas y Vallvé— se hicieran cargo del Hospital Provincial en 1858 y, posteriormente, de la Casa de Beneficencia y Expósitos, del Colegio de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer y que abriesen un colegio en la calle de la Enseñanza para la educación de las niñas.
Su caridad en la epidemia del cólera de 1885 lleva al ayuntamiento —haciéndose eco de la opinión popular— a declarar a Juan Bautista Cardona “hijo predilecto de esta Fiel, Leal y Constante Ciudad al esclarecido patricio que así sabe sacrificar su reposo y su capital en favor de los pobres. Castellón, 20 de agosto de 1885”. La calle del Agua cambia su nombre por el de Cardona Vives. Así, Castellón le expresaba su gratitud.
El 2 de diciembre de 1890, a los setenta y seis años de edad, falleció Juan Cardona Vives, “Caballero Comendador de la Real y Distinguida Orden de Isabel la Católica, Protonotario Apostólico, Socio correspondiente de la Real Academia de la Historia e hijo predilecto de Castellón”. Castellón perdía “al varón ilustre, discreto consejero, celoso protector y paño de lágrimas en toda desgracia”. El Clamor, diario republicano, y El Liberal hacen grandes elogios de aquel “hombre inmensamente rico que vivía en la indigencia”. Se conocieron después las cláusulas de su testamento. Su patrimonio quedó distribuido en limosnas. De todos y de todo se acordó en su testamento.
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